Cena pre-navideña

Sí, yo también leí el libro…

¡Y me sentí tan identificada!

Es más, sinceramente no me sorprendió nada de lo que leí, ya que soy morbosa, fetichista y me va la marcha

La dama que decía estas palabras al referirse a la novela “50 sombras de Grey” en una informal tertulia tras una cena pre-navideña, estaba físicamente estupenda ya en puertas de esa maravillosa edad, en la que la mujer comienza a tener la definición de “Divina

Desde el primer momento se erigió como el centro de atención de la reunión, vamos, mi interés lo tenía desde el primer instante en el que me la presentaron. Me gustaba observar todos sus ademanes mientras se expresaba.

Parte por el ambiente informal y parte por el alcohol consumido, cada uno de los allí presentes la fue soltando más gorda….

Pues a mí me gusta que me ate una desconocida, me da morbo”… decía un señor bajito con alzas en los zapatos y con un moreno de piel excesivo. ( su compañera lo miró sorprendida )

¡Y que te venden los ojos, eh!…¡eso es genial!”, decía otra de las mujeres que allí se encontraba.

Pues si es sexo duro, a mí se me puede ir la mano”, soltó otro.

En una ocasión me soltaron algún tortazo y yo alguno di también”, gritó «descontroladamente» la pelirroja de la reunión.

Mientras la amiga de su derecha sentenciaba: “Yo soy muy agresiva si me pongo algo de cuero

¡La estrangulación al llegar al orgasmo es lo más!“, le dijo el rubio nórdico a la pelirroja.

El “in crescendo” del tono de la conversación daba paso a las risotadas descontroladas que ocultaban la vergüenza, que estoy seguro, sentía más de uno de los allí presentes.

Me quedo muy claro que nadie de los presentes sabia el significado de BDSM.

Cómo yo era el desconocido en aquella reunión de amigos, mi silencio y mi sonrisa era- creo yo- la adecuada actitud. Además, para que negarlo, me lo estaba pasando pipa escuchando quien soltaba el comentario más bestia.

Y entonces la dama, centro de todas las atenciones, me miró fijamente y me dijo: “Estás muy callado, ¿tú qué opinas de todo esto?

Respondí,

Querida, me conformaría con tenerte durante dos horas frente a mí, sentada en un sofá, con las piernas cruzadas y debidamente enfundadas en unas negras medias, que estarían tensadas con un adecuado liguero cuya corona oprimiría tu avispada cintura. Lo cual no impediría la correcta respiración y el movimiento acompasado de tus rotundos pechos, envueltos con un conveniente corsé. ¡Ah!… y todo esto en silencio y sin moverte. Si te tengo que ser sincero, es la imagen que lleva golpeando mi mente desde que comenzaste a hablar”.

Se hizo el silencio y ella sonrió… (Creo que entendió el mensaje entre líneas)

Más de una persona debería leer al gran filósofo heleno Epicuro (Epicuro de Samos) y dejarse de ciertas novelas nada bien documentadas, que crean confusión.

Por cierto, la cena terminó bien…