(Un relato de ficción que denuncia una realidad)
Su imagen lucía majestuosa. Era la perfección en forma de mujer; una diosa.
En sus ojos habitaba el orgullo al contemplarse. Lo controlaba todo en ese instante, incluso la ligera presión que en sus torneados muslos ejercían las cuidadas medias que llevaba para la ocasión. El perfume que la envolvía estaba esparcido en su justa medida por su piel, para ejercer la atracción necesaria en las distancias cortas.
Con el suave tono canela de su piel resaltaban el verde esmeralda de sus ojos, que lo llenaban todo. Los “Manolos” envolvían sus delicados pies con una pedicura perfecta, que invitaban al mayor de los fetichistas a rendir pleitesía por el resto de los tiempos a semejante obra de arte. El tacón poseía la medida exacta para resaltar la rotundidad perfecta de la joya que comenzaba al final de su helénica espalda. Era conocedora de las envidias que despertaban sus nalgas entre sus iguales cuando las enjabonaba con extremada delicadeza y morbo en las duchas del gimnasio. Ahora, ella mandaba, era su noche. Notó que al cruzar el salón del céntrico gran hotel de la capital camino de la toilette, todas las blogueras más “in” del panorama actual la dedicaron una mirada, mezcla de admiración y la más grande de las envidias. Incluso la oronda periodista con los cabellos de color áureo que se dedica a asuntos reales y que en su día se creyó la mas bella, cortó su conversación para admirar el paso de semejante deidad de la hermosura.
En el silencio del refinado tocador, ultimaba la revista a su aspecto. Atrás quedaba la modesta chica de barrio, que dos años atrás, aplaudía poseída y desgañitándose la entrada de las estrellas en ese mismo hotel. Hoy, por fin; los dioses la sonreían. Ella, “La Paqui”, rebautizada “Frances”, ( en honor a la oscarizada actriz Frances McDormand ), saludaría al mismísimo joven Rey, que presidia la entrega de premios.
De cómo consiguió formar parte del selecto séquito de damas que practicarían una genuflexión para saludar al regio invitado, sólo lo sabía el organizador del evento, ella y la habilidad de su boca al realizar ciertos “menesteres” mágicos. Sonreía con engreimiento y malicia al pensar que sería famosa, que conseguiría, con un mínimo esfuerzo sus propósitos… Sin necesidad de cursar estudios, sin necesidad de luchar por obtener méritos en un trabajo. ¿ Para qué ?, ¡que tontos!. Ella demostraría que es la mejor en la ocupación de moda, “El famoseo”.
La contratarían para alguna película, tal vez una serie de televisión; los directores de los mas famosos realitys se pelearían por ella, piensa. En el salón sólo se escuchaba el ruido de los flashes, ella se acercaba con nervios pero con seguridad, pensó lo alto que era el monarca al realizar la practicada mil veces genuflexión .
Un escalofrió recorrió su espinazo, sabía que no podía pararlo, ¡ demasiado tarde!… La brutal ventosidad salió de sus adentros y como queriendo saludar a todo el mundo de la sala, resonó con poderío por todos los rincones de la estancia.
“¡ Ostia puta!; joder tio, lo siento..”, solo acertó a balbucear esas palabras.
Han pasado dos meses y Frances es tertuliana de un reality, cuenta en su haber dos portadas de tirada nacional y una conocida revista de moda esta negociando con ella su colaboración en la realización de un blog sobre tendencias y estilo. Ni educación, ni preparación, ni esfuerzo, ni “Manolos”…. Fácil, rápido y eficaz; cagarla es lo que “mola.
¡Que país!