Cerrando el círculo

Samer aprendió la profesión día a día, mientras veía a su padre remendar zapatos de calle y babuchas de gala, para excelsas ocasiones. Tiempos de dulce real, que su abuela le preparaba; tiempos de paz. Tengo una imagen nítida de su padre, Khaled, compartiendo una sobremesa mientras me transmitía su preocupación sobre un incierto futuro que se avecinaba en su país…

El bueno de Khaled siempre me habló de su deseo de una vida mejor en su país. Y si ello no fuese posible; un futuro digno para sus hijos, en otras tierras. Jamás lo vio. Un obús le arranco medio cuerpo, y horas después la vida. Samer creció y heredo el negocio de su progenitor, en una ciudad de Siria, que un tiempo después seria un nido de sinrazones, Raqqa. Tomada a las armas por los fanáticos armados de Dáesh o ejercito islámico, que solamente razonan con el código de la “Sharia”, la ley islámica que se ha caracterizado por un desprecio a las libertades, la democracia, los derechos humanos y por ser cuna de una apología del terror.

Una ley que decidió, un aciago día, lapidar a la hermana de Samer, hija de Khaled. ¿Su crimen?, ir por la calle con la cara descubierta. La zapatería siguió funcionando, pero sin la alegría de años anteriores. Sin dulces reales…, sin ilusión. Samer, cerro los ojos por ultima vez, junto a su maquina de hacer remiendos, durante un bombardeo que le robo la vida y que destrozo el negocio.

Y el éxodo …

Un éxodo a cientos, a miles; solamente comparable al de algunos países durante la II Guerra Mundial. La pena, el miedo, la sed, el hambre… el agotamiento. En un campo de refugiados de las afueras de Calais (Francia) tengo en mi brazos (foto adjunta) a Alí, hijo de Samer y nieto de Khaled. Que nació durante el éxodo de su madre a tierras de libertad.

En mis brazos tengo a Alí, hijo       de Samer y nieto de Khaled

Se cierra el círculo de una historia; una historia de muertes y sufrimiento, pero también de esperanzas y sueños. Sueños en un futuro…

Khaled, le hablaré de ti a tu nieto. De tus ilusiones, de tus visiones futuras de un país, el tuyo, el suyo… Le hablaré de libertades en una nueva nación que le acoge. Y le llevaré dulce real, para que no olvide nunca, los sabores de su tierra.